La industria del porno

 

La pornografía siempre ha sido un tema muy polémico, desde sus inicios hasta ahora. Estamos constantemente con la incertidumbre de si la pornografía alimenta los deseos sexuales de personas enfermas de sexo o simplemente es un pasatiempo como otro cualquiera para llegar al clímax viendo un vídeo de una temática a elegir. Sin embargo, son muchos los vídeos cuyas temáticas son denigrantes para la mujer, y el porno siempre ha ido enfocado para satisfacer al hombre. ¿Es este realmente detestable o necesitamos del porno irremediablemente? Por otro lado, la pornografía actúa como un elemento clave de la educación sexual, aunque puede llegar a ser preocupante que este tópico sea primordial para la educación sexual de nuestros jóvenes.

En este artículo vamos a observar los entresijos que acarrea la pornografía, y veremos tanto sus ventajas como sus desventajas para valorar si realmente es necesario o deberíamos dejar de alimentar este tema con vídeos denigrantes y vulgares.

Una cosa esta clara, el porno se ha reinventado y podemos acceder a él a través de cualquier dispositivo móvil. Sin embargo, le censura de estos contenidos cada vez es más escasa, y se encuentran a nuestra disposición vídeos de todo tipo, desde los muy bien elaborados hasta los más caseros. Basta con hacer click para poder ver el vídeo de la temática que tú elijas.

Mi pregunta es, ¿hasta qué punto la pornografía está considerada como arte y no como elemento incentivador y principal alimento de enfermos del sexo? La mayoría de los vídeos están diseñados para cumplir fantasías sexuales llevadas al extremo, con vídeos como “Mi hermanastra está en el baño y la sorprendo con mi gran p***a” u otros más vulgares como “Sorprendo a la criada mientras limpia los baños”, hechos única y exclusivamente para cumplir fantasías sexuales. El espectador busca morbosidad, y la página se la ofrece a la carta, y con gran variedad.

Una de las críticas más comunes del porno es su falta de verosimilitud y como las situaciones son tan ridículas y absurdas. Muchas veces se ha planteado que la solución a este problema sería que el porno estuviera regulado, sin dar pie a problemas de agresión o sometimiento por parte del hombre, pero es muy complicado regular la industria del porno de manera que este tipo de comportamientos cesen. Pasamos a tratar a la persona como un objeto, y vamos del deseo a la apropiación. El porno es sinónimo de apropiación del cuerpo de la otra persona. Vemos fundamentalmente un contenido destinado a hombres, con la misma trata de excitación y eyaculación para conseguir alcanzar el clímax. ¿El porno es obsceno? ¿Está hecho para enfermos? Si bien es cierto que este siempre ha existido, en pinturas y revistas, pero siempre se le han dado ciertos matices que no terminan de ennoblecerlo, como siempre ir dirigido al género masculino. Es obsceno, ¿pero necesario? ¿Alimenta al enfermo? ¿Representa el mayor porcentaje de educación sexual?

Hablemos de feminismo. Vivimos en un patriarcado de consentimiento, en el que hay igualdad ante la ley pero no existe la igualdad real. ¿Cómo es esto posible? Muy fácil. Lo que hay realmente es un sistema de aceptación y subordinación de la desigualdad, por lo que se produce un sistema que condiciona a hombres y mujeres a elegir aquello que mantiene a los hombres en la primera línea de poder. ¿Realmente necesitamos del porno y es lo que queremos las mujeres, o nos han inculcado que es lo que queremos cuando realmente estamos alienados o condicionados bajo dicha premisa?

La cosificación es el proceso por el cual la mujer es tratada como un mero objeto, y con ello se las despoja de su dignidad intrínseca. La pornografía es una forma de despojar esa dignidad, y aunque una mujer quiera ejercer libremente el trabajo de la pornografía no podrá evitar ser cosificada por el hombre. ¿Es un trabajo digno? Ni mucho menos. Es un trabajo deplorable, pero lastimosamente aceptado en nuestra sociedad patriarcal.

Al estar el ser humano expuesto constantemente a elementos como los videoclips en los que podemos observar a un hombre rodeado de mujeres, esas actitudes pasan a normalizarse, igual que el porno está normalizado. La pornografía ha pasado a ser sinónimo de sexo, al igual que se ha normalizado el consumo de la pornografía como algo habitual. Sin embargo, esto lo único que hace es impulsar más la explotación sexual, y consumir este tipo de contenidos contribuye a dicha actividad.

Puede que nos podamos apoyar en la defensa de la pornografía alegando que esta solo se trata de ficción, pero incluso aunque pensemos que la mujer está verdaderamente disfrutando, hay signos de explotación detrás de las cámaras, incluso aunque una mujer quiera trabajar de ello de manera legítima, estaría aceptando alimentar esa industria dando un servicio que, principalmente hombres faltos de sexo, desean consumir. Además, “el consumo de pornografía refuerza la cosificación de las mujeres, en primer lugar, porque es un acto de visualización literalmente a imágenes de sus cuerpos o de trozos de sus cuerpos. Así, la pornografía enseña a los hombres a excitarse con objetos, no con la reciprocidad entre seres humanos” (Gavilán, M. A., 2021, pág. 129). Esto demuestra una vez más que las mujeres son objetos, y se encuentran deshumanizadas.

No hay defensa posible de la industria de la pornografía, pues es una industria cuyos cimientos son la represión y la explotación sexual. Erika Lust, directora de cine para adultos y entusiasta promotora de la pornografía, en una entrevista explica que “lo que pasa ahora es que hay mucha gente joven que nunca ha tenido sexo y no tiene experiencias propias sexuales, pero han visto cientos de horas de porno. Entonces se han creado una idea acerca de cómo funciona el sexo y esa idea está equivocada.” Es decir, queremos consumir porno, pero el porno es totalmente ficción y está exagerado, por lo que ¿cómo es posible que pueda estar considerado educación sexual algo que pertenece al género de la ficción? El cine de la pornografía debería mostrar a mujeres reales, y relaciones sexuales basadas en la reciprocidad y el respeto mutuo, y es que el porno está completamente hecho para hombres, sin regulación alguna. ¿Es posible que podamos crear una pornografía feminista? ¿Cuándo lograremos ese avance?

 

BIBLIOGRAFÍA

“Porno es educación sexual, lo queramos o no”. Entrevista a Erika Lust. (2019). Revista de La Asociación Argentina de Estudios de Cine y Audiovisual, 19. https://www.asaeca.org/imagofagia

Barba, A. (2007). La ceremonia del porno. Editorial Anagrama.

Alario, M., & Gavilán, M. A. (2021). Política sexual de la pornografía: sexo, desigualdad, violencia. Cátedra.

Lust, E. (s. f.). Porno Para Mujeres (UHF). Melusina.

Comentarios

  1. Gran reflexión, Aira. Mira, al final recuperé mi blog y puedo seguirte por aquí también. :)

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