El último adiós
- ¿Sabes? Hace tiempo que quería
decírtelo, pero de mi boca no salía palabra alguna, a pesar de que mi lenguaje
corporal lo decía todo.
- No te andes con rodeos.
- Llevamos cinco años juntos, y a
pesar de que a ti te parezcan pocos, a mí, cada minuto que paso a tu lado, se
me hace eterno. Nuestro problema fue pensar que éramos dos gotas de agua,
cuando yo soy el agua fría que baja de una cascada y desemboca en una laguna,
mientras que tú eres el ardiente aceite que me quemaba una y otra vez sin
cesar.
- Creo que te equivocas. No es
nuestro problema, ha sido tu problema. Pues, nunca has sido sincera con nadie,
ni siquiera contigo misma. Entonces, es imposible que algún día hubieses sido
feliz.
- Tú me arrebataste esa
felicidad. Me borraste todas y cada una de mis sonrisas. Jugaste con mis
sentimientos, igual que un niño de 10 años que no tiene ni idea juega con un
balón. Todo lo que había en mis palabras no era verdad, pero tampoco todo era
mentira; sin embargo, tú no llegaste a conocer cuál era la verdad en todo esto.
- Entonces, la única culpa que
hay aquí te pertenece a ti, pues durante cinco años has sido capaz de mostrar
una cara compuesta por mentiras, y que fácilmente podías haber evitado. Pero,
jamás podría esperar nada de ti, pues los cobardes son incapaces de reconocer
sus errores, y mucho menos de aprender de ellos.
- Me llamas cobarde, cuando eres
tú el que me ha ocultado tantas cosas durante estos cinco vacíos años. Creo que
no podremos ponernos nunca de acuerdo, y lo más triste de toda esta historia,
es que aún te sigo queriendo, a pesar de todo. Creo que el te quiero ahora lo
podríamos sustituir por un abrazo de despedida, y los besos de mentira por un
adiós sincero.
Bueno, han tardado cinco años pero se han dado cuenta. A veces pasa toda una vida y las dos partes dejan de estar jodidas cuando llegan a la tumba. Una porque se ha ido; la otra porque se libra del que se ha ido.
ResponderEliminarexacto... por lo menos se dieron cuenta... Gracias por el comentario!
Eliminar